24 de octubre de 2008

Tengo la idea en la "punta de la lengua" pero carezco de la estructura para poder escribirla. Escribir y hablar es muy diferente. Además de las obvias razones, comunicar por medio de sonidos parece más fácil en estos momentos. Pero cuando se trata de escribir necesitas de mayor ingenio para que los lectores puedan sentirse atraídos para comenzar a leer e interesados para que terminan la lectura. El dilema en cuestión es cómo comenzar. Podría introducir el tema de golpe con alguna frase dramática, medio amarillista. Quizá atraería más tu atención si comenzara a escribir alguna anécdota que me llevó a pensar lo que quiero que sepas.

Ir a la universidad involucra más que simplemente asistir a ella, pasar lista, cumplir con lo mínimo requerido y sentirse bien por pasar un par de exámenes. Conformarse con pasar y medio obtener un título, ¿qué mérito tiene? Aunque es cierto que obtener buenas calificaciones no es garantía de un profesional capacitado, sí podemos concluir que los alumnos que no se esmeran ni por obtener buenas calificaciones ni por prestar atención a sus clases, servirán de nada. Un estudiante mediocre no es un profesional.

La educación superior es el motor de la sociedad. Es en esta etapa en la que se adquieren conocimientos, y el primer contacto con la realidad laboral, para formar personas que puedan contribuir al desarrollo sostenible y al mejoramiento del sistema social. Según con esta definición es muy importante el hecho que los estudiantes conozcan la información, lo que sucede en la sociedad, investiguen y propongan soluciones. Más que recibir información deben procesarla, analizarla, criticarla, destruirla para después armarla, construirla o reconstruirla. Conformarse con ser un estudiante que recibe información, la obedece y la sigue sin previo análisis, ¿qué merito tiene?

Pero pedirle a toda una generación de posmodernistas que le de sentido y valor al conocimiento, al esfuerzo y al intelecto, ¿sería mucho pedir? Conformarse con vivr sin iluisiones y esperanzas, ¿es más fácil o más cómodo? Pensar que los de arriba siempre tendrán la última palabra, ¿es un acto de conformismo o de sabiduría? Creer que uno siempre será subordinado, trabajador, empleado, de tercera clase, ¿es vivir sin preocupaciones o no tener visión?

Hace un par de años atrás pensé que...

Quiero llorar, quiero que todo salga, que todo fluya, que la vida me sonría sincera y no con esa mueca fingida. No sé qué será de mí ni cuál es la razón de esta existencia. (Para Dios) Si lo alejo, si lo olvido y con la distancia lo desconozco, no lo veo, no lo reconozco. ¿Dónde se quedó esa hermosa sonrisa que solía ver en su rostro cada vez que lo miraba? Me siento perdida. Y aunqué sé que estarás ahí con un abrazo de rescate, no sé si en realidad quiero luchar en contra para llegar hasta tus brazos.

20 de octubre de 2008

VII



Entré a la habitación con las maletas en la mano, en la espalda, en la cabeza; y en cada espacio de mi cuerpo encontré un bulto con todo lo que me permitiera sentirme en casa. Miré la habitación y la encontré completamente blanca, sin más que dos literas. Un par de cajones, una mesa pegada a la pared y arriba de esta cuatro espacios para guardar libros; eran parte del decorado. Todo en un espacio más reducido que la cocina de mi casa, y eso que siempre creí que nuestra cocina era extremadamente reducida.
Lo único que tenía en mente era estudiar. No pensaba en hacer vínculos en esta universidad. No valía la pena intentar encajar en este ambiente porque me parecía inverosímil. Involucrarme con gente que solamente existe aquí no era parte de la idea de éxito que había fijado en mi cabeza. La escuela y los estudios serían todo lo que ocuparía mi mente.
Casi tres años después he descubierto que he construido raíces sentimentales muy difíciles de extraer. Si me atreviera a borrar estos de la faz de la tierra tendría que desangrar mi corazón para no sufrir. Lo que me da sentido es tener a quién amar y querer mientras se está lejos de todo. Lo paradójico no es esto, sino que no concibo mi futuro sin esta gente.

14 de octubre de 2008

Daaaaaa

Estoy enojada y ni siquiera sé cuál es la razón. Estoy molesta, muy molessssssssssta de todo, de tener sueño y ni siquiera poder ir a dormir porque tengo tarea. Ya estoy cansada de tareas irreales. Ya estoy cansada de ir a la universidad, ya me cansé de estudiar, de leer, de hacer como si esto fuera real.
Ya me cansé de hacerle a la pantomima, de sonreír, de ser niña buena para que me vaya bien. Ya me harté de no hacer hoy para hacer mañañana,1qué tonteriaaaaaaaa!
Estoy enojada porque tengo que fingir, me cansé de no poder hablar, escribir y pensar lo que se me venga en gana, sin bases, sin razones, simplemente porque se me dio la gana.
Me cansé de pelear por la justicia, el amor, la paz, la bondad....mierda.
Ya me cansé de cuidar mis palabras porque al final nunca estarán bien cuidadas. A quien le importa esta vida de mierda, a quién le importa lo que piense, como si eso te afectara. A quién le importa estas palabras que se borraran mañana de mi mente. A quién le importa esta rabiaq que durante la noche desaparecerá.
A quien le importa que mi corazón tenga ganas de llorar, mejor aún, de morir. A quién le importa todo esto si al final no será verdad.
Mañana sonreiré como si nada hubiera pasado. Mañana iré al colegio, me esforzaré y me portaré bien para que en el futuro me vaya mejor. Terminando estas líneas volveré a mi estado de paz interior.

9 de octubre de 2008

¿Por qué los sentimientos son arte?




Bueno, el cuarteto (de las subversivas, ja, qué ridículo, ¿no?) decidimos escribir en paredes (Galería Eleonor Jackson, UM) algunas cosas que dejamos en el blog, libretas, lo que sea. Lo que escribimos en momentos de sentimentalismo.

Pero, obviamente todos esperaban una justificación, así que debrayamos un poco y surgió este escrito poético y analítico (juzga tú):

Más allá del arte, de la composición, de la tipografía, de las palabras mismas, está el sentimiento. Ese que hace motivar a perpetuar no solamente las vivencias y las emociones, también los pensamientos y la silueta de nuestros cuerpos en ese preciso momento en que decidimos dejar huella en una hoja o plataforma.

Esto, señores, no es una exposición de arte gráfica o tangible. Esto es el latido mismo de un corazón vivo, igual que ayer... que mañana.

Las palabras en sí mismas no son un arte, ni una frase, ni siquiera un párrafo, ni un libro entero. El arte podría consistir en construir una idea, pero esto no es una idea. Tal vez el arte consista en que el sentimiento que motivó esta exposición pueda ser experimentado por todo aquel que lo lea. Al final las paredes en blanco, los párrafos, el significado, el significante, los signos de puntuación, simplemente son el medio.








De trancasos, moretones y guantes blancos (según Iver)

La falda o el pantalón.
Hace ya mucho que traemos ese tema, por mil y un razones. Simplemente que quisimos poner por escritos muchas cosas que hemos discutido entre nosotras, intentando responder por qué deberíamos finalmente convencernos que lo mejor es utilizar falda y, por supuesto, uniforme.

¿Movimiento? No, por supuesto que no. No somos un movimiento, eso es demasiado. No es un grupo con una tendencia rebelde, ni un alzamiento, ni desarrollar o propagar una tendencia. No se trata de eso. Se trataba de escribir. No es un comentario al azar, han pasado tres años suficientes (creo) para intentar entender qué sucede. La universidad es buen lugar para hacer análisis de su gente, de cómo se comporta, cómo vive, cómo piensa, cómo se divide, etc. Este tema es un pequeño resúmen de algunas observaciones, mías obviamente.
Como dice Iver, toda persona puede opinar lo que quiera, porque todos vemos diferente.

Si utilizara el método de historia contrafractual y entonces se me permitiera una segunda oportunidad no permitiría publicarme lo que escribí. No se trata de retractar, ni de pelear, ni de crear una campaña campal. Pero tengo que decir: nuestro ambiente universitario no está preparado para esta discusión pacífica de ideas.

No quiero pelear, ni argumentar simplemente para ganar ni mala ni buena fama, ni pa hacer cumplir mis posturas, ni nada de eso. Primero, quiero pedir disculpas a los ofendidos, nunca fue ese mi propósito (nunca lo pensé y me atormenta pensar en el error que pude haber cometido). Segundo, quiero pensar que hay cosas más por explicar, cómo es que la identidad tiene todo que ver con las instituciones y cómo esta identidad puede o no anular la individual. O hablar de la diferencia entre identidad institucional e individual o cómo la ropa involucra todo un análisis de la personalidad etc.

Mis más sentidos pésames a mí misma, porque ahora me veo atada de manos y de cerebro y de palabras y de espacio y de ganas y de ganas y de conflicto ético profesional porque la líea es tan delgada y hasta indefinible.

5 de octubre de 2008

Vamos por nuestro segundo Fanzine

Espero que este que trata de la falda tenga más impacto y respuesta del públoco, ya sean buenos comentarios o no.

La falda: mito y símbolo


El tema, más que choteado, ya hasta es fastidioso. Sí, ya sabemos que tenemos prohibido (según el reglamento) venir a la escuela en jeans y entrar a la biblioteca en pantalón. Y los “razonamientos” que nos dan ya los conocemos también; aunque estos mismos son un poco difusos, contradictorios, pasados de moda y a veces, hasta irracionales (ja).
Lo que hace el asunto más “gracioso”, es que parece que la mayoría de los profesores y administrativos creen que esta falda-idolatría es un tanto ridícula. Pero mejor todavía, lo más ridículo es que seguimos observando la regla a pesar de lo chusco que parezca.
Pero no se trata de hacer un plantón, una huelga, protesta, complot o algún acto de vandalismo. Ni siquiera de ir a gritar al rector o a su esposa o a algún otro administrativo. Recuerdo que mientras trabajaba en Comunicando, en una entrevista a Castillo, dijo que esta universidad no se rige por una persona sino por un núcleo representativo. En este, los alumnos también participan por medio de su representante. Ya sé, no empieces con eso de que “es mentira, nadie nos pela, aquí el que decide es él o ella, blablabla”. ¿Cuántas veces has intentado enviar una carta de petición o algo parecido a dicha junta?
El reglamento también dice que como alumnos y parte de esta sociedad (padres, alumnos, universidad, Iglesia) podemos dar nuestra opinión para el mejor funcionamiento de las actividades y objetivos de la institución. Me parece que como alumnos deberíamos proponer delante de las autoridades (por escrito) la revisión de algunas de las reglas, entre ellas la de la falda, con todos los razonamientos que nos hacen creer que la falda se ha convertido en un mito difícil de desentrañar, porque se ha convertido en una costumbre más que en una razón; un estilo de vida que ya no corresponde al actual.
EL SÍMBOLO
Pero hablar de la falda nos lleva al del uniforme. Es chistoso que hace un par de semanas atrás una chica de medicina me preguntó si no me fastidiaba tener que usar mi ropa todos los días (ja). Antes me hacía enojar que pensaran que por no usar uniforme éramos la escuela más fachosa y rebelde. Ahora me doy cuenta que es parte de la imagen, de lo que se quiere proyectar de uno mismo. El uniforme es un símbolo de identidad. La bata, la falda o pantalón color caqui y la playera blanca representan a los alumnos de medicina. Para ellos (así como para muchos) ser estudiante de FACSA es ser “superior”. Pues chido, ¿no? Lo mismo con los de contabilidad y otros que pretenden lo mismo.
Pero creo que nosotros, como ArtCom, no podemos usar uniforme por el simple hecho que, más allá de la creatividad, está la originalidad. No solamente de nuestro trabajo sino de nuestra personalidad. Usar uniforme es crear una identidad masiva, algo que comunicólogos, diseñadores y artistas no podemos permitirnos.