El problema de la vida, es sin duda la vida misma. El significado de la existencia ha causado dolores de cabeza a muchos individuos a través de los años. Generación tras generación se ha planteado la cuestión del por qué vivir. A veces parece que el hombre, en su singularidad, no vale nada. Es tan vana su existencia como la de cualquier bestia salvaje, así lo mencionó Salomón en el libro de Eclesiástes.
Parece una injusticia el existir sólo para sufrir; alegría pasajera, dolor, llanto, desilución, temor, frío, calor. ¿Por qué el hombre existe? ¿A dónde va? ¿Tiene alguna razón de ser? Lo peor del caso no es hacerse las preguntas sino contestarlas.
Sofocante es saber que sólo uno mismo puede contestar o inventar la respuesta. ¿Para qué necesito de una respuesta inventadaa? Bueno, precisamente para tener una razón, un consuelo, una salida, una puerta, un rumbo. No importa cuántos nombres le pongamos a la razón, necesitamos de eso para poder seguir luchando, viviendo.
Nietzsche lo expresó así: "quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo". Quien encuentra esa razón encontrará la forma de seguir adelante, dándole un significado a sus vivencias. Clasificándolas como logros y fracasos; como oportunidades y experiencias.
Pero, ¿cómo descubrir ese sentido? La tragedia del hombre aumenta, porque no hay una fórmula. Él, y sólo él puede descubrir esa razón.
Victor E. Frankl menciona que "vivir es sufrir; sobrevivir es hallarle sentido a la vida". Entonces cuando la persona solitaria encuentra ese fin único puede sobrellevvar los problemas y dolores de cabeza que encuentre a su paso. ¡Qué alegría para el hombre cuando encuentra eso que le da significado! No hay cosa más hermosa que saber que se existe por algo y que uno no vaga por este mundo sólo por que sí, hay algo especial en la existencia y que es único; ahora tiene el individuo un propósito único.
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