24 de septiembre de 2009

Un ratito y se acabó

La mirada cálida que baja como el sol sobre el cuerpo. Ojos grandes y llorosos que a penas dejan ver un asomo de luz. Una sonrisa como de quien acaba de hallar el camino. La persistente mirada que hace que un par de segundos sean igual a la misma eternidad.
La figura triste del caballero que no ha perdido la inocencia pero que se ha enamorado del momento, de lo que su corazón percibe como bello, de lo que cree es necesario hacer memorable en poco tiempo.