20 de octubre de 2009

Esta mañana antes de trabajar

Mario despertó en el silencio y no lo entendió. Algo había sucedido, su cuerpo se sentía extraño, tenía naúseas y la cabeza le dolía. Fue entonces que comenzó a escuchar, cada vez más cerca, el mar. Poco a poco comenzó a entender su entorno, la arena le era una cama, el sol quemaba su cara y el mar besaba sus pies. Fue entonces que se confundió más.

De un golpe se sentó en la cama, su entorno cambió y se descubrió en la habitación oscura, sin ruido, sin playa, sin mar. Decubrió que ella era todo lo que quería, pero ella no era lo que necesitaba. Mario lloró, hasta que no le alcanzó mas corazón para seguir llorando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces desearía que mi cuarto fuera playa y los cuervos gaviotas, que a mi lado estuviera mi gente amada...

Anónimo dijo...

Pobre Mario...