19 de marzo de 2009

No es emmo, Moy

No puedo evitar dejar de escribir. La vida es una miseria, pero ¡ay!, la vida que nos roba el corazón en una lágrima. A la ingrata se le ocurre dejar al cuerpo sin alma; vagabundo viaja por las calles, el ser humano, esperando que la muerte venga a rescatarlo. Promesas que no se cumplen: felicidad incompleta, amor infeliz, esperanza frustrada.

Ay vida mísera, vida ingrata y al mismo tienpo anhelada. Como un pegamento es esta para el cuerpo. Hace que uno se enamore de ella y después nos lanza lejos, en la basura, en la negrura del mundo. Un mundo lleno de pecado, que es esa cosa informe que es culpable de todos nuestros males.

Sí hay culpables. Todos debemos creer que los hay para justificar nuestra vida, para sentir que después de ella continuará la otra, la que no traiciona, la verdadera, la buena.

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